![]() Socializar, desahogarse, realizar ejercicios físicos, despejar la mente, mejorar la flexibilidad… son solo algunos de los objetivos que buscamos a la hora de anotarnos en una clase de baile de salón. Sabemos que los estilos de bailes son muchos y los de salón como tal presentan a una pareja enfrentada y generalmente abrazada. Hay muchos estilos y vertientes, unos más dinámicos que otros, unos más lentos otros más rápidos, otros acrobáticos y otros más simples. Todos derivan del primero en ser oficializado como baile de salón: el Vals. Pero existen algunos que requieren mayor resistencia, flexibilidad, agilidad o fuerza dependiendo del caso. La cuestión es que todos en algún momento de nuestra vida por breve que sea hemos querido aprender a bailar o al menos lo hemos intentado en una fiesta o reunión. Y así como la sociedad rechazó al principio la idea de una pareja que realizara contacto físico mutuo en una pista de baile, en cualquier disciplina o iniciativa que el ser humano tenga recibirá algún pero antes de iniciar, sea de sí mismo o de un ente externo. Si has querido bailar y has escuchado cosas como: “estas muy viejo”, o “no tienes coordinación” o “lo que hace falta”, o simplemente “esto no es lo tuyo”, ¡no te desanimes! A Einstein lo tomaron por loco y mira donde estamos gracias a él. Vamos a desmentir algunas cosillas y clarificar algunos puntos. Pero coloca esto primero como nota mental: “Si crees que puedes, estás en lo correcto. Si no crees poder, también estás en lo cierto”. Sea en una fiesta, disco o hasta en la calle, de seguro has experimentado esa sensación de escuchar una música, dejarte llevar por el momento y el ritmo e inconscientemente comenzar a mover los pies. Aunque algunos amargados lo niegan, se han visto en la posición de ser el que pretende ser aguafiestas pero empieza a marcar el ritmo con la cadera, los hombros o los pies. Ahora bien, si haces caso a ese sentimiento, si has visto videos de YouTube con bailarines de swing o pasado por las calles de España o Argentina y apreciado el pasodoble y el tango callejero y has pensado: “yo quiero hacer eso”, entonces el primer paso es: “comenzar a bailar”. Indiferentemente del lugar en que te encuentres, sea en Europa o Sur América, los bailes de salón son muy populares. En cualquier rincón puedes toparte con una sala de baile, club nocturno o rueda de baile tradicional para que tengas la vivencia de primera mano, pero si el pánico de ser un novato te invade siempre puedes acudir al internet donde encontrarás tutoriales, infoguías, clases y videos para comenzar a dar tus primeros pasos. ![]() Antes de continuar, imagina este cuadro: sales con unos amigos a por unas copas, el lugar parece irse animando a medida que llega la media noche y tus compañeros salen a la pista de baile, es ahí cuando la vez. Una persona que te llama la atención físicamente, te acercas, charlas un rato, pero a la hora de que comiencen las indirectas para ir a la pista dices: “lo siento, yo no sé bailar”. O sales con tu pareja a pasar un rato diferente, y él/ella se anima y te pide una pieza pero pasa lo mismo: “yo no sé bailar”. O sales con el corazón en la mano, se dirigen a la pista y te dedicas, hasta que la paciencia dé, a pisarle los pies y tropezar con otras personas. Queda de ti imaginar el desenlace de estas historias, y ahora te pregunto: ¿deseas aprender a bailar? O mejor dicho, ¿aprenderás este año a bailar bailes de salón o lo seguirás dejando en pendiente para el año que viene? Lamento si en párrafos anteriores te llené un poco de pánico, pero eso es lo que pasa cuando te agarran desapercibido. La idea de esto es que quede claro que bailar es más fácil, divertido y más útil de lo que imaginas. Mejorar tu condición física, incrementar resistencia y flexibilidad, dejar de lado el sedentarismo, fortalecer el sistema cardiovascular, relajarse, drenar estrés, superar la ansiedad y depresión, mejorar nuestro estado anímico, equilibrio y coordinación, socializar, desinhibirte, ponerte creativo, mejorar la memoria y mejorar la estima propia son solo algunos de los beneficios que trae consigo esta maravillosa disciplina. Nos ayuda a olvidar los problemas y también a mantenerlos a parte. Te hace entender que los inconvenientes de la casa tienen su lugar, igual los del trabajo, parejas y amigos. Y no es en la pista de baile ni en lugares cruzados. Los bailes de salón nos mantienen enfocados y presentes en lo que estamos ayudando a que todo fluya. Puede parecer que van destinados a personas jóvenes y atléticas, sobre todo si ves videos de profesionales y competencias y en tu primer día y tratas de imitarles, pero vamos que las cosas no son así. Los bailes de salón son fáciles de aprender, pero como todo en la vida, conllevan una pizca de esfuerzo. Cada estilo tiene su nivel de dificultad propio y cada persona habilidades diferentes. Por ejemplo, en lo personal la Salsa y el Merengue se me dan fácilmente, en cambio los pasos de la Bachata no son lo mío. Igual toma en cuenta que la práctica forja al maestro. Y si quieres ser un competidor, pues requerirás mayor dedicación, tiempo y esfuerzo para ello, puede que no suceda de la noche a la mañana pero de que puedes, puedes. Del mismo modo si quieres dominarlos todos de manera social. Esta es la meta de muchos para adquirir mayor versatilidad en la pista, pero es más fácil ir de uno en uno que aprenderlos todos a la vez. ![]() Te recomiendo que para comenzar busques el camino más sencillo. Si nunca antes en la vida has puesto un pie en una pista de baile, comenzar por el Vals sería un buen plan. Pero si alguno en específico ha captado tu atención por completo, entonces empápate de ello, ve videos, escucha su música, infórmate y nútrete al respecto, como algunos maestros dicen: “respira baile”, y antes de que lo notes estarás desenvolviéndote como todo un profesional. Clases privadas y personalizadas serían lo mejor. Así, tendrás a un profesional a tu disposición que pueda observar detalladamente tu movimiento corporal y ayudarte a corregir cada paso, cada gesto y cada vuelta, evitando lesiones y guiándote a lo largo del camino. Seas joven, viejo o chico tienes chances de disfrutar de esta fabulosa actividad. Si buscas iniciar a tu hijo o hija pequeño en este arte, ¡es genial! Ya que desde pequeños trabajarán flexibilidad, coordinación, atención y socialización. Si eres adulto joven será perfecto para olvidar un poco el estrés del día a día, mejorar tu condición física, ponerte en forma y codearte de nuevas personas más positivas, ¡cambiará tu forma de ver la vida! Y perteneces a la tercera edad, seguro de has topado con “consejos” de familiares diciéndote que ya estás muy mayor para eso. Lo ideal es que comiences con calma y como bailarines de otras edades simplemente le hagas caso a tu cuerpo. No importa la edad que tengas, mantenerte hidratado, usar el calzado adecuado, llevar ropa cómoda, saber hasta dónde puede llegar tu cuerpo, parar si sientes que lo necesitas y bailar bajo supervisión ¡es indispensable! Esto de arriba va también para personas con capacidades físicas o psicológicas diferentes. En miles de oportunidades a lo largo de su día a día estas personas son aisladas por “no poder hacer las cosas”, hasta que en determinado punto llegan a creerlo. Pues el baile representa inclusión para ellos. Las personas con problemas auditivos sienten las vibraciones más que los demás, se conectan con la música por las ondas que produce y desarrollan mayor coordinación y equilibrio que el resto. Las personas con baja capacidad visual presentan una capacidad increíble de estabilidad, seguridad y desarrollo de la memoria del mismo modo, ¡incluso muchos dejan de lado el bastón cuando bailan! Las personas con motricidad reducida desarrollan fuerza, flexibilidad y confianza al aprender a bailar en silla de ruedas. ![]() Y a las personas con patologías psicológicas las mantiene atentas y concentradas, las relaja y les permite de un modo sencillo y divertido relacionarse con el entorno sin presiones ni prejuicios. En el baile no hay barreras, todas las barreras que conocemos están en nuestra mente junto a nuestras creencias. Si quieres bailar, ¡hazlo!. No hay ningún impedimento real en ello, y si te hará feliz y te alegrará el día, merece la pena intentarlo ¿no crees? Algo que a muchos les inquieta a la hora de comenzar es la pareja, tener a un desconocido entre tus brazos (o estar en los brazos y una persona nueva), el contacto físico y visual en general, pueden ser motivo de incomodidad antes de siquiera llegar a clase. Por si te lo preguntas de nuevo: Sí, los bailes de salón ameritan una pareja. De hecho, esta es su principal característica: son en esencia bailes en pareja. Sea un estilo tradicional o alguna variante de ellos, tarde o temprano tendrás que enfrentarte a ello. Pero no te inquietes! Si nunca has tenido la experiencia, comenzar con algún amigo o amiga, hermano o familiar puede serte de ayuda. Pre-alistarte para la clase también es buena idea. Recuerda: el espejo es tu fiel compañero. Te da confianza y te otorga la oportunidad de ver qué es lo que estás haciendo. En las clases es probable que bailes con todos los demás asistentes de la misma, solo ten claro que la autoconfianza es la clave de todo en la vida y que esas personas pasarán a ser algo más para ti. Un grupo de baile termina convirtiéndose en una segunda familia, date el chance de conocerlo. Bailar es mágico, pero es algo que solo sabrás una vez hallas comenzado. Otórgate la oportunidad de conocer a tu cuerpo, de cuidarlo, de ver de qué es capaz y de divertirte como nunca. Una vez que bailes, no querrás faltar a una clase. Y tan pronto como empieces a dominar los pasos y a ver el cambio en tu cuerpo, dejarás de resistirte a un buen ritmo que escuchas en plena calle a medio día. Diviértete, relájate, respira y ¡baila!
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